El diseño de arquitectura BIM ha revolucionado el sector de la edificación civil, y ello a pesar de que no se trata de una metodología exactamente innovadora, es decir, el sistema BIM como filosofía y sistema basado en el trabajo colaborativo existe desde hace décadas sin embargo, ha sido su aplicación a la construcción civil lo que ha supuesto cambios tan trascendentales que su ritmo de implantación no hace más que acelerarse.
Pero el sistema BIM (Building Information Modeling o, en castellano, Modelado de Información para la Construcción) va mucho más allá de lo que a primera vista podríamos entender como edificación civil, es decir, más allá de proyectar y levantar edificios.
La ventajas concedidas por la metodología BIM como son el ahorro de tiempo o la máxima optimización de recursos, es también aplicable para cualquier tipo de proyecto constructivo, ya sea logístico, industrial, agroalimentario, civil, etcétera y por extensión, también a todas sus instalaciones. En las obras de carácter civil, cada vez más se adquiere otro punto de vista y son muchos los casos en los que el uso del BIM es contemplado para las estructuras y para las instalaciones.
El sistema BIM no sólo se está expandiendo rápidamente a lo largo y ancho del mundo, si no que también está evolucionando a pasos agigantados. Un claro ejemplo de ello lo podemos ver en cualquier master en BIM y encontrar en las obras industriales como aquellas pertenecientes al sector alimentario donde la aplicación de la metodología BIM, además de ser de gran eficacia y eficiencia para proyectar lo que podríamos denominar como “el envoltorio”, es decir, la suma de arquitectura más estructura, también facilita el análisis de los diferentes espacios productivos, de su eficiencia, de la normativa en materia de seguridad y de sus instalaciones tales como la climatización, electricidad e iluminación, PCI, fontanería y saneamiento, instalaciones de energías renovables, y un largo etcétera.